
El reto de Aumentar la vida de la proteina
Las proteínas biológicas utilizadas como marcadores de bioimagen tienen tiempos de vida de unos segundos cuando se irradian. El primer dispositivo que hizo el equipo de Costa emitió luz Durante casi cuatro días. Ahora, ya han conseguido llegar hasta los 150 días de estabilidad, funcionando constantemente hasta alcanzar su vida media. El meta es superar los dos años sin interrupción.
“Si alcanzamos estabilidades de años, estaríamos en condiciones de Plantear una tecnología relevante para nuestro uso. Hoy, lo hemos conseguido durante varios meses y seguimos trabajando en ello con una buena financiación que nos permite explorar esos límites”, se felicitó Costa. Pero esta tecnología no se quedará solo allí. Costa y su equipo siguen trabajando en descifrar los límites de esta innovación, en términos de color, eficiencia y estabilidad.
Gracias a este avant, Costa ahora es conocido como ‘el padre del BioLED’, aunque el trabajo con el material fluorescente tiene ya algunos años de historia. En los años 90 del siglo pasado, algunos científicos japoneses trabajaron con este tipo de compuestos y, antes de Costa, otros investigadores habían hipotetizado sobre los empleos y limitaciones de las proteínas fluorescentes e incluso la habían implementado en láseres.
“Todos somos padres de una misma visión”, confirmó el químico valenciano, y enfatizó que los padres de las proteínas fluorescentes son, en realidad, los estadounidenses Martin Chalfie y Roger Y. Tsien y el japonés Osamu Shimomura, que utilizarán conjuntamente el Premio Nobel de Química de 2008 “por el descubrimiento y desarrollo de la proteína verde fluorescente, GFP”. En todos los casos, reconoce Costa, que junto al conocido equipo, “hemos conseguimos que el BioLED con biofósforos con proteínas fluorescentes sea un concepto realista para nuestra sociedad”.
Para el desarrollo de este proyecto, bautizado como ‘Estabilización de Proteínas para Concentradores Solares Luminiscentes’, Costa obtuvo una Beca Leonardo en 2018, otorgada por la Fundación BBVA a Investigadores y Creadores Culturales en el área de Biología, Ciencias del Medio Ambiente y de la Tierra. “En 2013 comencé a trabajar en mi propio grupo de investigación, centrado en optoelectrónica híbrida, que se enfocaba en reemplazar materiales o componentes por otros de origen biológico, como glucosa, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, sin perder las bondades de los dispositivos. Y hace cinco años, trasladé el grupo al IMDEA Materiales de Madrid”, narra, sobre su trayectoria. Hoy, Costa trabajó en la Universidad Técnica de Múnich, en Alemania, donde dirige el Departamento de Materiales Biogénicos Funcionales.
Entre otros, Costa ha recibido el premio MIT Technology Review 2017 como Innovador Europeo menor de 35 años, el Jóvenes Investigadores 2016 de la Real Sociedad Española de Química, el Silver Medal European Young Award también en 2016. En 2020, el Premio Fundación Princesa de Girona Investigación Científica. Mientras tanto, la historia de este científico sigue acumulando reconocimientos e hitos. El próximo aún está por descubrirse.