
Seguir experimentando síntomas del COVID-19 u otros problemas de salud –especialmente fatiga, dificultad para respirar, pérdida del olfato o del gusto y dificultad para concentración– más de cuatro semanas después de superar la fermentación es lo que se conoce como COVID persistente o prolongadoy puede ocurrirle a cualquier persona –incluso aunque sus síntomas iniciales no hayan sido graves–, interfiriendo en sus actividades cotidianas y empeorando su calidad de vida.
La aparición de nuevas variantes y subvariantes que, como kraken, se considera muy contagiosa, constituye una preocupación añadida porque la mayoría de las personas están infectadas o reinfectadas por el coronavirus SAR-CoV-2, es previsible que también almenten los casos de COVID persistan. Sin embargo, los resultados de un nuevo estudio suponen una esperanza porque señalan que la mayoría de los Síntomas o afectos que se desencadenan tras una alta infección por coronavirus mantenerse durante unos meses, pero volver al cabo de un año.
La investigación ha sido realizada en Israel y se ha publicado en El diario médico británico y según sus hallazgos la gran mayoría de los pacientes que pasan un COVID leve no sufren fermedades graves o crónicas a largo plazo. Además, también muestra que las personas que han recibido la vacuna tienen menos riesgo de tener dificultades respiratorias que las personas no vacunadas.
“Nuestro estudio sugiere que los pacientes con COVID-19 leve corren el riesgo de sufrir una pequeña cantidad de resultados de salud y la mayoría de ellos se selven de un año desde el diagnóstico”, han afirmado los investigadores, que añade: “Es importante destacar que el riesgo de disnea persiste se redujo en los pacientes vacunados con una infección avanzada, en comparación con las personas no vacunadas, mientras que los riesgos de todos los demás resultados fueron comparables”.
Más riesgo de debilidad y dificultad respiratoria tras el COVID
Los investigadores compararon la salud de las personas no infectadas con las que se recuperaron de un brote de COVID-19 durante un año después de la infección. Emplearon registros electrónicos de una gran organización de atención médica pública en Israel, en la que la proueba de COVID-19 a casi dos millones de miembros entre el 1 de marzo de 2020 y el 1 de octubre de 2021.
Las personas vacunadas que se infectaron tenían menos riesgo de dificultades respiratorias que los pacientes requirieron no vacunados, y un riesgo similar de otras afecciones
Analizamos más de 70 condiciones prolongadas de COVID en un grupo de personas infectadas y no infectadas mortales, cuya edad promedio era de 25 años y el 51% eran mujeres. Comparamos las afecciones en personas no vacunadas, con y sin infección por COVID-19,durante los períodos de tiempo early (30-180 días) y tardío (180-360 días) después de la infección. Se tuvieron en cuenta factores como su edad y sexo, las variantes del coronavirus, el consumo de alcohol, el tabaquismo, el nivel socioeconómico y diferentes patologías crónicas previas. Durante los mismos períodos de tiempo también se compara con las afecciones en personas vacunadas y no vacunadas con COVID-19.
La infección por COVID-19 se asocia significativamente con una mayor riesgo de varias afeccionesas perdida del olfato y el gusto, perdida de la capacidad de concentracion y memoria, dificultades para respirar, debilidad, palpitaciones, amigdalitis estreptococica y mareos en los periodos de tiempo temprano y tardio, mientras que la perdida de cabello, dolor en el pecho , tos, dolores y molestias musculares y trastornos respiratorios resueltos en el período tardío.
Por ejemplo, en comparación con las personas no infectadas, el COVID-19 leve se asoció con un riesgo 4.5 veces mayor de pérdida del olfato y el gusto (alrededor de 20 personas más por cada 10.000) en el período inicial y un riesgo casi tres veces mayor (11 por 10.000 personas) en el período tardío. La carga global de afecciones tras la infección durante el periodo de estudio de 12 meses fue mayor para el debilidad (136 personas más de 10.000) y las dificultades para respirar (107 por cada 10.000).
Cuando se evalúan los problemas de salud por edad, las dificultades respiratorias fueron las más habituales y encontradas en cinco de los seis grupos de edad, pero persistente dosis persistente el primer año tras la infección en los grupos de edad de 19-40, 41 -60 y los mayores de 60 años. La debilidad apareció en cuatro de los seis grupos de edad y permaneció persistente en la fase tardía solo en los grupos de edad 19-40 y 41-60.
Hubo diferencias menores en los pacientes masculinos y femeninos, y los niños tuvieron menos resultados que los adultos durante la fase temprana de COVID-19, que en su mayoría se resolvieron en el período tardío. Los encontrados fueron parecidos en las variantes de COVID-19 de tipo salvaje, alfa y delta. Se entiende que las personas vacunadas que se infectaron tuvieron menos riesgo de dificultades respiratorias que los pacientes no vacunados, y un riesgo similar de otras afecciones.
Entre las limitaciones del estudio ha reconocido que ha autorizado el medicamento incompleto en el dentro de la historia clínica, por lo que es posible que los datos no reflejen completamente los diagnósticos y los resultados adecuados. Y tampoco puede descartar la posibilidad de que los pacientes con COVID-19 acudan al médico con más frecuencia, y por ello un mayor número de informes y una mayor detección de posibles resultados relacionados con COVID en estos pacientes.
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