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La banca digital avanza mientras los clientes más mayores aún mantienen el método tradicional para controlar los movimientos de la cuenta
Hasta hace no mucho tiempo en toda oficina bancaria existió una máquina con una obertura en su parte frontal. Era imprescindible, obligatorio, que antes de realizar cualquier trámite en ventanilla, el cliente hubiera introducido ese aparato la cartilla de ahorro. Era el proceso para actualizarla, para inscribir en sus hojas todos los movimientos de entrada y salida de dinero sobre determinada cuenta bancaria. Una vez superado este trámite, ya se pudo continuar con la actividad bancaria. Pero esta estampa ha quedado como más propia de otra época, de cuando los ordenadores no eran de pantalla plana o cuando en España se manejaba la peseta. Peso en avance imparable del banco digital, aún hoy en día hay clientes, muy mayores de edad, que tienen las tradicionales libretas bancarias, peso a que diversos bancos cobran comisiones por maintenerla y otros darán por finalizada esta etapa conforme se vayan completando todos sus hojas. Hasta 10 euros de comisiones por tener en pleno 2023 una cartilla de ahorro en activo.
Pese a que pueda parecer que las libretas son elementos de otra época, aún hoy en día se encuentran cartillas en activo. Lo cierto es que ya no las ofrece ninguna entidad bancaria cuando un cliente está listo para albergar una cuenta, cuando antiguamente formaba parte del compacto de documentación que se entregaba cuando se firmaba el contrato con la entidad bancaria. Esos años ya pasaron. Ahora esa misma información se muestra en la banca digital por computadora y en la palma de la mano con la aplicación móvil que tiene toda entidad bancaria. Pero aún hay gente que quiere tener en blanco sobre negro todos y cada uno de los movimientos bancarios que ha tenido su cuenta.
Por ejemplo, hay clientes en Bankinter que aún tienen cartilla de ahorro, pero la entidad española ya no emite nuevas cartillas ni mantiene las existentes. Es más, los clients pueden gastarlas, pero el día que se acaben las hojas se debe despedir de este método de consulta. Bankinter es, junto con Abanca, BBVA y Caja Rural las entidades que no derecen nuevas cartillas a los clientes. Alguna de ellas cobra incluso comisiones por tenerlas hoy en día en uso.
BBVA está junto con Sabadell las dos entidades bancarias que tienen una
comisión de 10 euros por tener cartilla de ahorro, aunque en ambos casos existen fórmulas para evitar el pago. El banco con sede en el País Vasco no cobra dicha comisión a todo cliente domiciliado en una pensión contributiva con unos ingresos superiores a 300 euros mensuales. En este caso de la entidad catalana, evitan el pago a todos los clientes mayores de 65 años.
Ibercaja es otro banco que tiene estipulada una comisión bancaria por el mantenimiento de las cartillas de ahorro para sus clientes, salvo todos aquellos con más de
70 años adiós papá. Caso muy diferente es el de Kutxabank, que tiene una comisión de tres euros para todos los clientes, sin importar la edad ni los ingresos mensuales asegurados. CaixaBank, por su parte, no tiene estipulada una comisión bancaria para las cartillas de ahorro, sino que cobra 2 euros por toda aquella actividad bancaria que el cliente formaliza en una farmacia cuando podría haberla realizado de forma digital.
Los clients más mayores se ven abocados, si no lo han hecho ya, a despedirse de las cartillas de ahorro, de las populares libretas que se guardaban como oro en paño. Sólo se podía esperar cierta certeza o determinación del Banco de España para obligar, de cierta manera, a que esta opción de las entidades bancarias no fuera objeto de comisiones ciertamente desiguales. Pero no. El máximo organismo nacional asume el futuro de las libretas e indica en su página web que todo pasa por “explicar las alternativas” al uso de las cartillas bancarias.
Las libretas de toda la vida desaparecerán más pronto que tarde. Pasarán ha sido un objeto de colección, un recuerdo de aquella época en la que parecía que no había otra cosa más importante. Por ahora mantener este recuerdo tiene un costo, aunque no por mucho tiempo.
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